Todo sea por el bien de mis hijos
3 claves oportunas para guiar la parentalidad
Dra. Adi | Psicóloga
Finalmente comenzaron las clases y los días retoman su curso regular lo que genera en todos cierto grado de tranquilidad y aceptación. Esa relativa calma genera un clima propicio para que la mente activa de los padres permita la salida al ruedo de una amplia variedad de interrogantes relacionadas a sus hijos y a cómo van a afrontar los retos que les depara el presente y el futuro. Hace su aparición la angustia y de la mano vienen con ella comportamientos de los padres para tratar de aplacarla.
A continuación, mencionaré algunas áreas sensibles al tema con el interés de generar un momento de reflexión.
Actividades extracurriculares: No basta con que los niños asistan al colegio un buen número de horas de lunes a viernes. En algún momento se hizo necesario que ellos complementaran su educación aprendiendo música, deportes, idiomas, dibujo, computación y un largo etcétera de habilidades y competencias para la vida con el fin de darles ventaja sobre los demás al crear oportunidades para un mejor futuro. Organizar la agenda de los niños para cumplir con todo puede llegar a ser una tarea titánica. Tomen en cuenta la opinión de los niños y no los obliguen a realizar actividades que no se ajusten a ellos. Evalúen sus intereses y canalicen apropiadamente sus talentos. Al final, queremos que sean personas felices.
Rendimiento académico: “¡No te pido 20 pero tampoco que raspes!” es una frase muy común repetida por bastantes padres que deja claro el tema de las expectativas que tienen de sus hijos con relación a este tema. Si bien los niños no pueden decidir si quieren estudiar o no, los padres deben conocer a sus hijos y tener en cuenta sus capacidades para acompañarlos a desarrollar al máximo su potencial en un ambiente académico acorde al estudiante y, de ser necesario, conseguir el apoyo profesional que requieran para superar cualquier diferencia.
Vida social: adicional a las responsabilidades académicas y extracurriculares, surgen los compromisos sociales que deben cumplir las familias o los niños con sus amistades y compañeros: fiestas de
cumpleaños, piyamadas, piscinadas, almuerzos, bautizos, comuniones, confirmaciones, salidas al cine, entre otros. Las habilidades sociales y la inteligencia emocional son las grandes aliadas en este terreno.
No basta con asistir, forzar la barra para que todo resulte bien, encajar. Lo grato de participar en tales eventos es el compartir sana y genuinamente, tener sentido de pertenencia con el grupo y construir vivencias especiales que generen vínculos y afectos positivos entre los niños y de ellos con sus
familiares.
Invito a revisar cómo se está ejerciendo el rol de padres, honesta y objetivamente. El propósito es claro: ser buenos padres y hacer lo indispensable por promover el bienestar de los hijos. Las relaciones de apoyo y experiencias de aprendizaje positivas comienzan en el hogar.
Es fundamental mantenerse pendientes de no depositar en ellos las propias aspiraciones académicas, deportivas y/o sociales y tener mucho cuidado con la manera en que responden a sus fallos y errores. Depositar en ellos las frustraciones propias es nocivo para su salud física, emocional y mental.
Seamos responsables y conscientes de que escogimos ser formadores de seres humanos